nivel C1
En una ciudad había un rey y una reina que tenían 3 hijas a cual más hermosa. La menor, Psique, era de tan deslumbrante belleza que multitud de personas acudían atraídos por su fama y la adoraban como si fuese la propia diosa Venus. Su reputación creció tanto que ya nadie iba a su altar a adorarla, y estos empezaron a quedar sin ofrendas. Venus se sintía muy molesta.
– Esa jovencita, quienquiera que sea, no va a usurpar por más tiempo mis honores. Ya haré yo que se arrepienta ella sola de su afamada belleza.
Llamó entonces a su hijo Eros y contándole la rivalidad que sentía por su hermosura, le pidió:
-Por los lazos del amor maternal, te ruego que vengues a tu madre. Sólo te pido que hieras a esa muchacha con una flecha vieja que haga que se abrase de amor por el último de los hombres.
Eros fue a buscarla, pero al verla, se distrajo con su belleza hiriéndose a si mismo con una de sus mágicas flechas. Quedó enamorado al momento.
Mientras tanto, las hermanas mayores de Psique se habían casado, pero nadie se había atrevido a pedir la mano de ella, al fin y al cabo, la admiración es vencida por el temor… A Psique sólo la contemplaban y admiraban pero nadie se le acercaba como pretendiente, por lo que permanecía en casa llorando su soledad, dolida por su destino. El padre preocupado, decidió acercarse al oráculo de Apolo, quien le contestó:
– En el monte más alto, coloca a tu hija vestida de novia. No esperes a un humano como yerno, sino a un verdugo cruel y alado.
El rey volvió desconsolado a su casa para dar cumplimiento al oráculo al cual Psique debía someterse. Llegaron, por fin, a la roca donde dejaron sola a la muchacha. Psique estaba llorando muerta de miedo. Entonces se levantó un suave Céfiro, que la elevó y la fue llevando por la ladera del monte abajo hasta dejarla reclinada sobre una pradera de césped en flor, donde se quedó dulcemente dormida. Al despertar, lo primero que vio fue un bello bosque con una fuente de agua, y en medio, una mansión. Inmediatamente, Psique se sintió atraída por la riqueza y presencia de la construcción; se acercó un poco mas confiada y decidió cruzar el umbral. Mientras observaba todo, la abordó una voz sin cuerpo:
– ¿Por qué estás aturdida ante tantas riquezas? Tuyas son. Los de las voces que oyes somos tus criados y vamos a estar cerca de ti para servirte.Psique reconoció la llamada de la divina providencia. Se relajó, tomó un baño y comió, acompañada por el canto de melodiosas voces.Al terminar la agradable velada, se retiró a dormir. Entrada la noche, oyó llegar al marido secreto, quien se metió en su cama y la hizo su esposa. Al amanecer, poco después de que él se alejara apresuradamente, las voces la consolaron. Durante un tiempo las cosas se fueron repitiendo de esa manera , y como suele ocurrir cuando algo se hace habitual, la primera sorpresa se convirtió en placer, y el sonido de las voces la consolaban en su soledad también.
Una noche, el marido se dirigió a Psique, que aunque no podía verlo, sí podía sentir el contacto de su piel y oírle. Le dijo:
– Mi dulce Psique, se acercan terribles peligros de los que tienes que protegerte. Tus hermanas te están buscando para ver si estás viva y pronto llegaran a la roca del monte. Cuando oigas sus lamentos, no respondas, porque me darías un gran disgusto a mí, y te acarrearía la ruina.
Asintió ella pero al día siguiente no hizo mas que llorar. Al llegar la noche consiguió que él aceptara el deseo de ver a sus hermanas, para calmarles la pena que sentían al creerla muerta, y hablar con ellas. Además, le permitió que les llevara el oro y las alhajas que ella quisiera, pero le volvió a advertir que no se dejara persuadir por el consejo de intentar ver la imagen de su marido, porque de suceder eso, se desmoronaría su afortunada situación y se quedaría sin sus caricias. A lo que ella respondió:
– Muera yo antes de renunciar a esta dulce compañía, porque quienquiera que seas, te amo apasionadamente, por lo que no te cambiaría ni por el propio Cupido.
Cuando las hermanas llegaron a la roca, Psique salió de su casa y le pidió a Céfiro que las trasladara hasta su hogar sin daño y pudieron entonces gozar de la emoción de volver a abrazarse, después de lo cual, las invitó a entrar. Las hermanas comenzaron a incubar una gran envidia en sus corazones y no dejaron de interesarse con malsana curiosidad por el dueño de todas aquellas maravillas.Psique, comentó que era un joven apuesto que se dedicaba la mayor parte del tiempo en ir de caza. Para no cometer ningún descuido, las cargó de oro y de piedras preciosas; le pidió a Céfiro para que las llevara de regreso hasta la roca.
Consumado el regreso, aquellas hermanas corroídas por la hiel de la envidia, hablaban entre ellas, comparaban sus infelices matrimonios, su pasar justo en la vida, ante la riqueza de Psique.Decidieron regresar a sus casas, sin decirle a sus padres ni a nadie que la encontraron con vida, para no pregonar el bienestar del que disponía. Una vez maduradas sus ideas volverían decididas a castigar la soberbia de Psique.
En las siguientes conversaciones nocturnas, Eros seguía advirtiendo:
-Esas pérfidas arpías están maquinando cómo persuadirte para que llegues a verme la cara, y ya sabes que no volverás a verla, si lo consigues una sola vez. Así pues, si esas vulgares vuelven, que vendrán te lo aseguro, no des oídos ni contestes a ninguna pregunta que te hagan sobre mi. Porque sabes que vamos a tener familia y ese niño que se está gestando en tu vientre será divino si sabes cuidar nuestro secreto en silencio, pero si lo divulgas, será mortal.
Con la noticia de su embarazo, Psique se vio desbordada de felicidad. Tal como lo anunció el marido, las hermanas regresaron, apenas se instalaron, comenzaron a preguntarle cómo era su familia, a qué clase pertenecía, a qué se dedicaba. Y Psique, que tenía olvidada su primera versión les dijo que su marido era un comerciante de la región, de mediana edad. Nuevamente las llenó de ricos y regalos .
Las hermanas, aceptaban las joyas comentando entre ellas:
– No cabe duda hermana, que no sabe cómo es su marido. Cualquiera que sea la verdad, tenemos que despojarla cuanto antes de sus riquezas, porque si no sabe cómo es la cara de su marido, seguro se casó con una divinidad. En su estado de embarazo nos va a parir un dios.
Al día siguiente,al marcharse le dijeron a Psique:
– En tu ingenuidad te vemos tranquila ante tanto peligro. Sabemos de buena fuente que quien está durmiendo contigo es una serpiente feroz que te devorará cuando tu embarazo llegue a la plenitud de su madurez.
Psique llenándose de desconfianza, se dejó arrebatar por el horror de aquellas sombrías palabras y cayó en la trampa.
Y esa noche, tal como estaba planeado, al quedarse dormido su esposo, se acercó a él con navaja y lámpara en las manos. Al alumbrar los secretos del lecho, descubrió al propio dios Cupido hermosamente dormido. Se puso a contemplar por largo rato la perfección del divino rostro y el resto del cuerpo del cual blanqueaban unas alas húmedas. Se abalanzó sobre él apasionadamente, y en la excitación, la lámpara dejó caer sobre el hombro derecho del dios una gota de aceite hirviendo.La quemadura lo despertó y desembarazándose de los abrazos de la esposa se separó en silencio y sintiéndose traicionado, levantó el vuelo hasta las alturas.
Cuadro: Eros y Psique de Van Dyck
Adaptación Andrea Gavio
Sin respuestas